domingo, 3 de noviembre de 2024

La conjura contra España (XCIX): déjà vu: marzo de 2020 se repite en noviembre de 2024

Juan Guzmán 1952

Aquí es donde nos han traído los que han puesto la política por delante de la gestión. Los que decían - la izquierda en su totalidad - que había que profundizar en la democracia; los que desprestigiaron la meritocracia; los que decían que el Gobierno tenía derecho a que su mayoría se reflejase en la composición del Tribunal Constitucional; los que dicen que cualquiera puede ser vicepresidente del Gobierno o catedrática en la Complutense o presidente de Correos o del Consejo de Estado o de ADIF o Renfe. Bajo estas reglas, toda la Administración Pública acabará dirigida por incompetentes cuyo único mérito es la proximidad a Sánchez. Nadie con reputación acepta trabajar para Sánchez. Los tres más listos (Ribera, Calviño, Escrivá) ya se han colocado en puestos bien remunerados y al abrigo de un cambio de gobierno. Con estos mimbres, es imposible que las administraciones públicas españolas actúen eficazmente en una pandemia o en una DANA mediterránea aunque el Estado ya gasta el 45 % de lo que producimos.

Cuando el atentado de las Ramblas, escribí que no habíamos sido suficientemente paranoicos, que había muchas señales que permitían sospechar que esos islamistas estaban preparando un atentado. Cuando el daño posible es catastrófico, hay que exagerar en su prevención. 

Cuando padecimos la pandemia en marzo de 2020 expliqué lo que decían los que saben acerca del papel de los científicos/expertos y de los políticos en caso de amenazas como una pandemia vírica o una catástrofe natural. 

En marzo de 2020, Sánchez tomó como divisa la de que 'no hay que alarmar a la población'. El miedo es libre llegó a decir ¡la presidenta del CSIC! 'Solo tendremos uno o dos casos' dijo el inefable Simón. 'Estamos perfectamente preparados' dijo el mentiroso Illa. 

Los "asesores" de Sánchez le dijeron que los asintomáticos no transmitían el virus. De manera que no había que tomar medidas restrictivas más allá de recomendar a los que tuvieran síntomas quedarse en casa. Pero no era así. Desde el mes de febrero, los mejores expertos empezaron a decir que los asintomáticos transmitían el virus o que podían transmitirlo. Y el Gobierno no hizo nada con esa nueva información. Permitió las grandes manifestaciones feministas del 8 de marzo, no hizo acopio de equipos de protección y no dictó medidas de confinamiento hasta el 15 de marzo cuando era demasiado tarde para miles de ancianos internados en residencias y muchos otros españoles con salud delicada. 

En octubre de 2024, España lo ha vuelto a hacer. La presidenta de la AEMET dijo en abril que el sistema de alarmas roja, naranja y amarilla funcionaba muy bien y que los ciudadanos lo entendían perfectamente. 

Creo que el sistema está perfectamente aceptado por la sociedad. Los colores que se utilizan en estos avisos (amarillo, naranja, rojo) están asumidos con mucha generalidad, tanto a nivel nacional como internacional, y sí son comprendidos por los ciudadanos o por lo menos esa es la percepción que tenemos. Llegan a toda la población, no creo que haya problemas de entendimiento en este ámbito.

Bueno, parece que no. Que el sistema es claramente insuficiente porque sólo si los políticos meten miedo a los ciudadanos, éstos creerán que sus vidas corren peligro y adoptarán medidas de autoprotección que son las más eficaces.

Y ¿qué hizo Mazón? Mazón dijo que la DANA se alejaba tras hablar por teléfono con Aemet

Aunque Mazón creyera el martes que la DANA se alejaba, debía alarmar a la población. Porque los 'científicos' (o sea la AEMET) no le habían comunicado ningún hecho cierto. Le habían comunicado un pronóstico que podía o no cumplirse. Si no se cumplía, las pérdidas humanas podían ser muy elevadas. Y el coste de meter miedo a la población era reducido. Mazón debió asustar a la población de toda la provincia indicándoles qué conductas debían realizar (pasar las siguientes 24 horas en un piso elevado de un edificio no construido en una zona inundable) y de cuáles abstenerse (sobre todo, de tratar de sacar el coche de un sótano o garaje subterráneo). No creo que los daños a bienes hubieran sido muy inferiores, pero tendríamos muchos menos muertos.

En el párrafo anterior he escrito Mazón. Debería haber escrito Sánchez. Sánchez es tan tonto que es el único político que tropieza no dos, sino siete veces con la misma piedra. Si fuera más inteligente, se habría apuntado el tanto que intentó apuntarse el mentiroso Illa cuando impuso un estado de alarma innecesario a Madrid. Y podría haber cumplido con la ley de protección civil que le atribuye la competencia al Gobierno cuando se trata de calamidades de interés nacional. La DANA no se iba a limitar a Valencia. Nadie hubiera dudado de la competencia del Estado. Pero Sánchez ignora la ley. Hace lo que su limitada inteligencia y sabiduría política le dictan. Y ya saben, “si el criterio para nuestras acciones es la sabiduría política y no el Derecho, nos acercamos mucho al despotismo” (Sigmar Gabriel). 

Hoy ha demostrado que, además, es un cobarde. Se ha largado dejando a la reina y al rey con la turba enfurecida de los damnificados. Su cobardía la han disfrazado los periodistas que trabajan para el gobierno diciendo que su huida se debió a que "la escolta del presidente del Gobierno ha activado el protocolo de seguridad".

Pero no se preocupen, porque esto no volverá a pasar: los partidos nombrarán a cuatro catedráticos de la universidad pública para que hagan una evaluación de la gestión de la DANA tan eficaz y completa como la que elaboraron estos cuatro respecto de la gestión de la pandemia. 

1 comentario:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

Archivo del blog