Lo que sigue es un resumen del discurso de Michelle W. Bowman, del consejo de administración de la Reserva Federal. al que he llegado a través del blog de Cochrane, donde pueden leerse observaciones adicionales. Aunque se refiere a la política monetaria y a la supervisión bancaria, sus recetas son aplicables a todos los ámbitos de las políticas públicas.
Soy la primera consejera que ocupa un cargo creado por el Congreso para ser ocupado por alguien con experiencia demostrada en la gestión o supervisión de bancos locales, bancos con menos de $10 mil millones en activos. He sido banquera, he trabajado en trabajando en el banco local propiedad de mi familia desde 1882, y he sido supervisor bancario, como Comisionado del Banco del Estado de Kansas. Al principio de mi carrera, pasé casi una década trabajando en el servicio público en varios puestos del gobierno federal, incluida la creación del Departamento de Seguridad Nacional después del 11 de septiembre y como subsecretario adjunto y asesor de políticas del primer secretario de Seguridad Nacional, Tom Ridge. También me desempeñé como abogado en varios comités de la Cámara de Representantes de los EE. UU. y como miembro del staff del ex senador de los EE. UU. de Kansas, Bob Dole.
Añade que puede decir, por tanto, que tiene los conocimientos, la formación y la experiencia que deberían exigirse a cualquiera que ocupe un alto cargo público. Haber sido empleada pública y haber trabajado directamente para cargos políticos no le impide - dice expresamente - ejercer sus funciones con independencia de juicio en el mejor interés de la institución a la que sirve - el equivalente a nuestro Banco de España - de acuerdo con los fines que la ley asigna a esta institución. Y cuenta que su independencia le ha llevado a discrepar de sus colegas en ocasiones.
El discurso está dedicado a explicar cómo debe ejercer sus competencias la Reserva Federal
La Reserva Federal tiene amplias responsabilidades, y poderes igualmente amplios, pero debe ejercer estos poderes exclusivamente en cumplimiento de los objetivos específicos que la ley le marca. El alcance de los poderes de la Fed puede presentar una tentación para ir más allá de la autoridad que le confiere la Ley. Por ejemplo, para desempeñar un papel más activo en la asignación del crédito, o para desplazar otras fuentes de financiación bancaria incluso cuando las fuentes de liquidez del mercado están funcionando bien. También podría incluir la tentación de aventurarse en asuntos de política no relacionados con las responsabilidades de la Fed que son mejor abordados por el Congreso u otros responsables políticos (aquí, me viene a la mente un impulso para la regulación relacionada con el cambio climático en el sector bancario). Los objetivos que el Congreso ha establecido para la Fed son complicados e importantes. El Congreso no debe esperar que la Reserva Federal, o cualquier otra agencia, resuelva problemas más allá del propósito limitado de esa agencia. Hacerlo contravendría la intención y la autoridad del Congreso.
Y sobre la función de supervisión de los bancos (la principal de la Reserva Federal junto a la implementación de la política monetaria para controlar la inflación y, en EE.UU. conseguir el pleno empleo) dice que la Reserva Federal tiene que perseguir objetivos contrapuestos (estabilidad del sistema bancario pero mantener un sector bancario que cumpla con su función social) y que hacerlo es difícil y es difícil ponerse de acuerdo entre los que definen y aplican las normas sobre supervisión.
Debemos abordar la tarea de la regulación bancaria con una comprensión y apreciación de estas disyuntivas, junto con un reconocimiento afirmativo de que el sistema bancario es un importante motor de formación de empresas, expansión económica y oportunidades. Un sistema bancario que sea seguro y sólido, pero irrelevante en la financiación de las empresas y particulares, no cumpliría nuestros objetivos regulatorios. Y este sería el resultado inevitable de seguir un camino que se esfuerza por eliminar los riesgos en lugar de promover una gestión eficaz de los mismos. Los bancos son empresas individuales singulares, no servicios públicos... Nuestra responsabilidad no consiste únicamente en examinar si una propuesta promoverá una mayor seguridad y solidez de los bancos... sino también si los incentivos regulatorios sesgarán la asignación de crédito, afectarán negativamente a los mercados de capitales o conducirán a que las actividades bancarias tradicionales se desplacen fuera del sistema bancario hacia entidades no bancarias menos reguladas incrementando los riesgos sobre la economía.
Lo mejor es lo que dice sobre los deberes de los que diseñan y aplican las políticas públicas (y que nos hacen saltar las lágrimas cuando observamos lo que ocurre en nuestro país y la terrible pérdida de capacidad estatal que hemos sufrido en los últimos veinte años)
Cuando nos planteamos poner en vigor una nueva regulación, siempre debemos preguntarnos: "¿Qué problema resolvería la nueva regulación?" Los responsables de la formulación de políticas deben actuar con moderación en la promulgación de nuevas regulaciones explicando clara y detalladamente qué problema se pretende resolver y cuál es la forma eficiente de abordarlo. Identificar el problema que requiere ser abordado a menudo plantea las mayores dificultades. Idealmente, el proceso comenzaría con la identificación del problema, luego pasaría a un análisis de si las soluciones propuestas están dentro de las competencias del organismo regulador y, finalmente, si los cambios específicos en el marco regulatorio podrían resultar en mejoras, cobertura de lagunas o eliminación de exigencias redundantes e innecesarios.
Y explica lo importante que es identificar adecuadamente el problema que ha de ser resuelto. Pone el ejemplo de la quiebra del Silicon Valley Bank y el tratamiento aplicado por la autoridad de supervisión bancaria
En su raíz, la quiebra de este banco puso de manifiesto insuficiencias y errores graves en la gestión del banco y en la supervisión y supervisión de los reguladores. Los riesgos de tipos de interés y financiación, el rápido crecimiento y el modelo de negocio idiosincrásico y la base de clientes concentrada del banco, eran evidentes. Estos riesgos fueron mal gestionados por SVB y los supervisores bancarios no actuaron con suficiente antelación.
Estos no fueron los únicos factores que contribuyeron a la quiebra de la empresa, pero estos elementos críticos deberían haber sido las prioridades clave que la función supervisora debía abordar después de la quiebra del banco. Y, sin embargo, tras la desaparición de SVB, nos hemos centrado en propuestas regulatorias que van desde aumentos sustanciales en los requisitos de capital bancario hasta la extensión de los requisitos que se imponen a bancos de importancia sistémica mundial (G-SIB) y otros grandes bancos a bancos de menor tamaño, lo que ha llevado a encontrar deficiencias supervisoras en la gestión de empresas bien capitalizadas y financieramente sólidas, y pensando en poner en vigor cambios generalizados en los requisitos y expectativas de financiación y liquidez que se aplican a todos los bancos.
Y la consecuencia más importante que extrae, me recuerda la frase de Sigmar Gabriel que he citado a menudo: “Si el criterio para nuestras acciones es la sabiduría política y no el Derecho, nos acercamos mucho al despotismo”. De lo que nos advierte Bowman es que el alto cargo que ejerce sus funciones sin someterse estrictamente a la Ley no sólo se convierte en un déspota sino que pone en peligro los bienes públicos que le han encargado proteger. Dice Bowman que una quiebra de un banco o de varios bancos, incluso una crisis como es una pandemia o una DANA no es un "cheque en blanco" para que los altos cargos regulen como les parezca. Al contrario. Es una ocasión especialmente peligrosa para que el que dirige la política correspondiente cometa los más graves errores. Por muy buenas que sean las intenciones de los que dirigen las instituciones con poderes reguladores
En particular, en relación con el volumen de la nueva regulación, Bowman advierte del peligro de que una regulación muy extensa reduzca la participación de los interesados y, con ello, la calidad del resultado. Me temo que es lo que está pasando en Europa, especialmente, en el ámbito de la ESG, el cambio climático lo que es mucho más grave porque afecta a un muy superior número de empresas en comparación con la regulación financiera.
Sin embargo, cuando las agencias abruman el proceso legislativo publicando miles de páginas de reglamentaciones en un corto período de tiempo, se pone en riesgo la capacidad del público para hacer alegaciones de interés. El año pasado, las agencias financieras federales estadounidenses publicaron más de 5,000 páginas de reglas y propuestas. Y, sin embargo, incluso cuando el público puede comentar sobre estas voluminosas propuestas, los reguladores a menudo ignoran estos comentarios constructivosy publican las normas con cambios mínimos o sin cambios en relación con sus propuestas, comoha ocurrido con el reglamento de la Community Reinvestment Act
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