viernes, 16 de julio de 2021

La diferencia entre sandeces y mentiras: “La verdad es una moneda que se devalúa casi a diario y por eso, muy pocos británicos hacen el esfuerzo de seguir los acontecimientos”


Este artículo de Annette Dittert expone con gran precisión el estilo político de Boris Johnson, idéntico al de Pedro Sánchez, claro

Las mentiras reales son sólo una parte del problema; el problema mayor es la difuminación de la verdad detrás de las mentiras, como ya dedujo el filósofo estadounidense Harry Frankfurt en los años ochenta. Si se miente, hay que conocer la verdad y tener en cuenta los hechos como marco de referencia. De ese modo, la verdad conserva en última instancia su validez. El que dice sandeces, por el contrario -y Frankfurt creía que esto era clave- es indiferente a la verdad; simplemente se toma libertades con la verdad y los hechos. No le interesa la "realidad". Sólo le interesa hacer valer sus afirmaciones. Manipula todo para adaptarlo a su causa, para ocultar que no tiene nada de bueno. Oculta los hechos como puntos de referencia y, al hacerlo, socava la cultura política de una democracia que depende de la distinción entre lo que es verdadero y lo que es falso.

He aquí un ejemplo. A partir del éxito del programa de vacunación británico, Johnson no se ha cansado de atribuirlo al Brexit. Sin embargo, la decisión de ir por libre en la búsqueda de vacunas y en su aplicación inmediata se tomó y se aplicó durante el periodo de transición, un modus operandi que todos los Estados miembros de la UE podían elegir si lo deseaban. Se podría decir, por supuesto, que si el Reino Unido siguiera siendo miembro de pleno derecho de la UE, el país habría suscrito programas conjuntos con las demás naciones europeas, y que la vacunación habría sido más lenta, pero eso sería pura especulación. Sin embargo, la distorsión de los hechos hizo que surgiera una imagen falsa que se ha instalado en la conciencia pública…

Cummings fue víctima de su propia estrategia. Fue él quien, junto con Johnson, inauguró la era de la posverdad en Gran Bretaña, destruyendo así la base misma sobre la que un ministro, o incluso Johnson, puede ser obligado a rendir cuentas. Para poder hacerlo, se necesita la verdad como moneda de cambio, la distinción entre lo que está bien y lo que está mal, como criterio válido en el diálogo democrático. Cummings experimentó en carne propia lo que ocurre en una sociedad así cuando intenta atacar a un gobierno con acusaciones basadas en hechos: nada.

Piensen en la justificación que ha dado la Ministra de Justicia para criticar la sentencia del Tribunal Constitucional que ha declarado inconstitucional el estado de alarma. Su argumento parece ser que el TC es un irresponsable porque, de haberle hecho caso, el gobierno no habría podido salvar 450.000 vidas, nada menos, que, según la flamante ministra, se salvaron gracias a su declaración. Naturalmente, es todo bullshit, no solo porque es mentira que el confinamiento salvara esas vidas, sino porque la declaración de inconstitucionalidad del decreto de alarma se funda en que el Gobierno debió utilizar la declaración de estado de excepción para ordenar el confinamiento domiciliario, no que el Gobierno no pudiera dictarlo.

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