Trump es como Pío Cabanillas, al que se atribuye la frase: «¿Quiénes hemos ganado esta vez?» en variantes como «Hemos ganado, pero todavía no sabemos quiénes» o «Ganaremos, señorita, no sé quiénes, pero ganaremos».
A Trump hay que demostrarle que eres un ganador. Cuando Elon Musk - otro ganador - se rebeló contra él, Trump lo trató con respeto. Bastó con que Musk reculara para restaurar la relación. A Netanyahu - un ganador - Trump lo trata con respeto y Netanyahu se avino a llamar a los de Catar para pedir disculpas por el pepinazo que les mandó. Trump solo respeta a los ganadores.
A Trump no le gusta perder ni al parchís. Pero solo le importa que parezca que ha ganado. Así que, para que se ponga de tu parte, tienes que hacerle creer que eres el ganador en la contienda de que se trate. Se puso de parte de Putin porque creía que Putin ganaría la guerra de Ucrania. Cuando vio que no la iba a ganar (¿quién le convenció de que Putin no va a ganar la guerra?) se ha puesto del lado de Ucrania, eso sí, cobrándose una jugosísima 'comisión': que Europa pague las armas que reciba Ucrania. Los europeos somos imbéciles por no confiscar todos los activos rusos y destinarlos a comprar armas para Ucrania. Cuando Putin nos demande, que no lo hará, miraremos al presidente de los EE.UU.
Trump hizo lo mismo con la guerra de Gaza. Aquí no tenía dudas. Sabía que Israel ganaría la guerra. Y Netanyahu le demostró que estaba dispuesto a hacer whatever it takes para ganar esa guerra, incluso cometer crímenes de guerra. Con tal seguridad, Trump se puso del lado de Israel.
En lo de los aranceles, es más difícil demostrarle que eres un winner, que estás en el lado ganador porque él no puede estar en el lado perdedor, claro. Pero China lo ha hecho. Le ha demostrado que hay una fórmula para que él pueda aparecer como ganador. Quizá, Europa debería haber hecho lo del chiste de Gila. Aliarse con EE.UU. para imponer aranceles a México, Canadá, Japón y otros pringados.
¿Y con Sánchez?
Sánchez se parece a Trump en el narcisismo y en la falta de escrúpulos o límites (Ignacio Varela). Pero, a diferencia de Trump, Sánchez es tonto y está rodeado de tontos. Y a los tontos hay que dejarles hablar. A Sánchez hay que hacerle hablar. Que no pare de hablar. Sin papeles. Que no pueda leer. Las 'cagadas' serán directamente proporcionales al tiempo que esté hablando sin leer. Se puede reforzar la emisión de 'cagadas' provocándole: recordándole una y otra vez que su suegro era un proxeneta, que su mujer trabajaba en un prostíbulo, que su hermano no sabía dónde tenía la oficina y que todos los que le rodean o son tontos del culo o son corruptos. El presidente de la comisión Koldo del Senado tiene un papel crucial para lograr el objetivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario