martes, 28 de octubre de 2025

David Friedman: la primacía de los accionistas y los mercados de productos


foto: Elena Alfaro


Recojo, a continuación, extractos de una clase que impartió David Friedman y que ha reproducido en su blog con algunas anotaciones. Su mayor valor es que empieza por el principio: cómo nos coordinamos los seres humanos para la acción colectiva. Y es mi convicción que hay, básicamente, dos formas: a través del (intercambio) de mercado y a través de organizaciones. A su vez, sólo hay dos formas (modelos) de organización: la sociedad y la corporación (al margen de la familia y los grupos cuyos miembros están emparentados, esto es, relacionados genéticamente). 


Friedman lo expresa refiriéndose al "Coordination Problem", a la coordinación necesaria para la producción especializada de los bienes que necesitamos o deseamos los humanos. Y explica que la coordinación la logra el mercado porque, como enseñara Hayek, es costosísimo informativamente para una autoridad única centralizar la toma de decisiones. La Unión Soviética fracasó y China solo se ha desarrollado cuando sustituyó la planificación central por el mercado. El mercado - el capitalismo - significa básicamente, que la coordinación la logra la "mano invisible"; que la información sobre lo que cada uno ha de hacer la proporcionan los precios y que cada uno obtiene lo que necesita intercambiandolo por aquello que se ha especializado en producir. Mercado y planificación centralizada son dos modelos. Las economías reales no responden exacta y completamente a ninguno de los dos. Pero Friedman subraya una idea que me parece muy importante: solo el capitalismo "escala" bien. No puedes organizar una economía de cierto tamaño con planificación central. Porque entonces, lo que escala es la ineficiencia en la asignación de los recursos y la insatisfacción de las necesidades de los miembros de esa Sociedad. 


En este océano de decisiones descentralizadas, individuales, adoptadas por cada participante en el mercado - cada ser humano - guiadas por los precios, no hay lugar para la producción colectiva de bienes o servicios, es decir, para la "producción en equipo", para la "puesta en común" de activos productivos etc. Toda la coordinación entre los miembros de esos equipos y el gobierno eficiente de esos activos puestos en común está asignada al mercado y a los intercambios. Esa es la intuición de Coase en su The Nature of the Firm.


De esta concepción de cómo se coordinan los humanos para producir colectivamente resulta 'naturalmente' la primacía de los accionistas o, en lenguaje más próximo al que usamos en España, que el interés social es el interés común de los socios de una sociedad anónima en maximizar el valor del patrimonio que se ha formado con sus aportaciones. 


Friedman explica - esta vez, siguiendo a Hansmann - que la alternativa al "interés común de los accionistas en maximizar el valor de su aportación a la formación del patrimonio" de la SA solo puede ser el interés de los clientes de la SA, o de sus empleados (¿por qué no también de sus proveedores o de los que viven en el área geográfica donde tiene la SA su establecimiento fabril?). 


Y aquí viene lo más interesante: 

Hay tres grupos de personas afectadas por las decisiones de la SA: empleados, clientes y accionistas. El efecto de esas decisiones sobre los empleados se transfiere a la empresa como coste de contratarlos (salario). El efecto de esas decisiones sobre los clientes se transfiere a la empresa como lo que los clientes están dispuestos a pagar por lo que produce la empresa (precio de venta). Pero ninguno de los dos está perfectamente transferido. Si mi empleador hace algo que empeora mi condición como trabajador, no puedo cambiar sin coste alguno a un trabajo alternativo; ese cambio de trabajo es costosa - costes hundidos, habilidades adquiridas en este empleo que no podré aprovechar en el nuevo puesto, gastos en tiempo y dinero adaptándome a mi ubicación actual -. Si Apple hace algo que reduce el valor para mí de su Mac, no puedo cambiar sin costo a otra marca porque he dedicado tiempo y esfuerzo a aprender a trabajar con hardware y software de Apple y el valor de ese conocimiento se reducirá drásticamente si cambio a la distribución más parecida a Mac de Unix. Mi salario subestima un poco el costo para mí de trabajar para mi empleador, el dinero que Apple obtendrá por la próxima Mac que compre subestima un poco el beneficio para mí de comprarla. Tanto el efecto de las decisiones de la empresa sobre los empleados como sobre los clientes se subestiman un poco, especialmente a corto plazo, por el efecto sobre los costos e ingresos de la empresa.  

El efecto de las decisiones de la empresa sobre los accionistas no se refleja en absoluto en los costos e ingresos de la empresa. Un accionista solo puede vender sus acciones si encuentra otro inversor que quiera comprarlas y al precio que otro inversor quiera pagar por ellas, un precio que ya incorpora los efectos previstos de lo que está haciendo la empresa. Si la empresa hace algo que empeora sus productos, no podrá venderlos al mismo precio que solía hacerlo (cuando el producto era mejor), lo cual es una razón y un incentivo para no empeorar tus propios productos. Si la SA hace algo que empeora las condiciones de trabajo de sus empleados, es decir, que hace que trabajar para esa SA sea menos agradable, tendrá que pagar más para conseguir trabajadores, lo cual es una razón y un incentivo para no empeorar las condiciones de trabajo en tu empresa. Pero hacer algo que reduzca los dividendos para los accionistas, como pagar a los administradores más de lo necesario, cuesta dinero a los accionistas y hace que el valor de sus acciones disminuya, (se esperan menos dividendos en el futuro) pero ese coste no empeora la situación de los administradores, por lo que éstos - que toman las decisiones en la SA - no tienen una razón o incentivo para no subirse el sueldo.  

La conclusión es que, para que la coordinación del mercado funcione, para que los que dirigen y toman las decisiones en las SA tengan en cuenta los efectos de sus decisiones sobre todos los afectados, los administradores deben tomar decisiones en interés de los accionistas.

Y eso es lo que hace el Derecho de Sociedades (art. 227 LSC): obliga a los administradores a "desempeñar el cargo con la lealtad de un fiel representante, obrando de buena fe y en el mejor interés de la sociedad". Y por si algu ien tiene dudas sobre lo que significa "el mejor interés de la sociedad", el apartado 2 del mismo artículo dice que el administrador que infringe su deber de lealtad está obligado a "indemnizar el daño causado al patrimonio social" y a "devolver a la sociedad el enriquecimiento injusto obtenido". Más claro, agua: los administradores han de maximizar el valor del patrimonio social, esto es, han de otorgar primacía al interés de los accionistas que son, a la postre los titulares (residuales) del patrimonio social (en términos contables, son titulares del patrimonio neto, porque con cargo a los bienes que forman el patrimonio, primero ha de pagarse a los acreedores de ese patrimonio). De manera que podríamos prescindir de la coletilla según la cual los accionistas son "titulares residuales" del patrimonio social. Son titulares del patrimonio social. Pero los titulares de un patrimonio tienen derecho a la cuota de liquidación de ese patrimonio, lo que significa que han sido pagados todos los que ostentan derechos de crédito sobre ese patrimonio.


 ¿Cómo garantiza el Derecho que los administradores actuarán sirviendo el interés de los accionistas como interés supremo? Friedman describe los tres mecanismos jurídicos y extrajurídicos que garantizan la primacía de los accionistas: la consideración de los administradores como 'mandatarios' de los accionistas y la posibilidad de los 'mandantes' de demandar a los 'mandatarios' cada vez que éstos hagan algo que les perjudique (acción social de responsabilidad); la posibilidad de destituirlos si hacen algo que no gusta a los accionistas y el mercado de control societario: si unos administradores no están maximizando el valor del patrimonio social, un tercero puede adquirir la totalidad de las acciones - o la mayoría - en el mercado a través de una oferta pública de adquisición y sustituir a los administradores desleales o negligentes. 


En realidad, es el mercado de productos la herramienta más poderosa para mantener reducidos los costes de agencia porque es el mercado de productos el que obliga a los administradores a internalizar todos los costes de producción: una SA cuyos administradores no priorizan el interés de los accionistas acabará expulsada del mercado si éste es muy competitivo. Imagínese una SA que produce patatas fritas y vende la bolsa a 1,11 €. El margen que obtiene es muy pequeño (sus costes son de 1,09 €), de manera que un leve aumento de sus costes que no experimenten las empresas competidoras (ej., la SA ha concedido un bonus a su consejero-delegado que tiene un coste imputado a cada bolsa vendida de 0,05 €, o ha reducido la jornada laboral de sus empleados a 36 horas semanales lo que tiene un coste imputado sobre cada bolsa de 0,04 €) le pone en pérdidas. De manera que las SA que no maximicen beneficios - rectius, el valor del patrimonio neto - acabarán quebrando. De manera que, aplicando una "mirada" darwiniana, podemos deducir de las SA que 'vemos' en el mercado (las que obtienen beneficios) que son las que se han adaptado y están maximizando el valor de sus patrimonios. 

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