lunes, 27 de octubre de 2025

Citas: las otras víctimas del suicidio de Sandra. De nuevo, la gran feminización, la psicología de los pobres y los ricos, el islamista Mamdani y su tía, las tonterías de Antonio Lucas, Jahel Queralt, Mª Eugenia Rodríguez Palop, Olivia Muñoz-Rojas y ENUSA,



Para desarrollar: el wokismo y los suicidios de escolares

¿De verdad podemos probar que la niña se suicidó porque no pudo soportar el acoso al que le estaban sometiendo sus compañeras de colegio? ¿Causaron las compañeras el suicidio? ¿Sufría la niña alguna patología psicológica o mental que la hubiera llevado al suicidio también en un contexto libre de acoso escolar? ¿Qué grado de resistencia frente a compañeros abusivos tiene una niña o un niño 'normales' psicológicamente? Los padres de las niñas acosadoras ¿podrán exigir la responsabilidad del Estado y la de los que las han acusado públicamente del suicido de la escolar por los daños psicológicos que, me imagino, padecerán como consecuencia de la emoción de culpabilidad que estarán experimentando? ¿Infringieron los padres de Sandra sus deberes como padres por no sacar a la niña de ese entorno? 

Todas estas preguntas carecen de una respuesta segura. La ciencia dice  que el suicidio y las conductas suicidas son más frecuentes en la adolescencia y juventud temprana que en otras etapas de la vida, y que 

El suicidio es la segunda causa principal de muerte entre los jóvenes en todo el mundo y es responsable de unas 52.000 muertes anuales en niños y adolescentes de 5 a 19 años. Los factores familiares, sociales, psicológicos y conductuales juegan un papel importante en el riesgo de suicidio. 

Pero la progresía woke hegemónica en la opinión publicada en nuestro país ya conoce todas las respuestas. Como decía Pedro Salinas, el poeta, la progresía woke no duda. 

Los posmodernos y todos los organismos públicos progresistas-woke (v., el Observatorio vasco contra la discriminación, pero también al muy woke columnista de EL MUNDO Antonio Lucas, siempre en el lado correcto de la Historia. Menuda estupidez proposopopéyica escribir "Un colegio ajeno a lo que ocurre dentro es un colegio inútil, peligroso, innecesario")  practican la "sociología normativa", es decir, se inventan las causas de los problemas sociales y, en consecuencia, obtienen inmediatamente la solución que ha de aplicarse. Casi siempre la solución es una que ellos pueden poner en práctica (educar a los hombres y a los niños varones, limitar la libertad de los individuos, obligar a pedir permisos). Naturalmente, el problema no se resuelve y ellos insisten en aplicar las mismas soluciones pero con más intensidad. En el destrozo subsiguiente de las relaciones sociales y de la cooperación, culpan a los que no les siguen en sus locuras. 

Habrán reconocido en esta descripción a la mentirosa, ignorante e incompetente Ministra de Vivienda o a la igualmente mentirosa, ignorante e incompetente Ministra de Educación, o a la igualmente ignorante, incompetente y mentirosa ministra de Igualdad o la reciente campaña pagada con mis impuestos contra el porno. De nuevo sin respetar los conocimientos científicos de los que se dispone sobre los efectos de la pornografía. Los progresistas-woke siempre tienen una coartada: se trata de "sensibilizar".

Pero cuando se trata de suicidios de escolares, el problema es que el "culpable" no es la pornografía, el capitalismo, el neocolonialismo o el heteropatriarcado. Las culpables a las que la progresía acusa de la muerte de Sandra son otras niñas: sus compañeras de clase (además de culpar al "colegio" por no aplicar un protocolo que, según sus autores, claro, a toro pasado, habría salvado a Sandra). A niñas con nombres y apellidos que sufrirán psicológicamente toda su vida por este hecho luctuoso si no son - como no serán - psicópatas. Estos casos ponen de relieve que el wokismo causa gravísimos daños sociales. No es solo que destroce la cooperación social y sexual. Es que genera víctimas individuales. Con dinero público.

Helen Andrews. The Great Feminization

Lo que va a ocurrir es que si se concibe el Derecho como una reliquia patriarcal, lo consideren instrumentalmente. Si ese espíritu llega a prevalecer en todo nuestro sistema jurídico, entonces los ropajes serán los mismos pero, por dentro, habrá ocurrido una revolución.

Las diferencias entre hombres y mujeres no se aprecian tomados individualmente, se aprecian en las dinámicas en grupos y entre grupos. 

El problema no es que las mujeres sean menos talentosas que los hombres o incluso que los modos femeninos de interacción sean inferiores en cualquier sentido objetivo. El problema es que los modos de interacción femeninos no son adecuados para lograr los objetivos de muchas instituciones importantes. Puede haber una academia universitaria que sea mayoritariamente femenina, pero estará (como ya lo están los departamentos de mayoría femenina en las universidades de hoy) orientada hacia otros objetivos que no sean el debate abierto y la búsqueda sin restricciones de la verdad. Y si los profesores no buscan la verdad por encima de todo, ¿para qué sirve la universidad? Si los periodistas no son individualistas que meten pullas y a los que no importa que no los quieran ¿de qué sirven? Si una empresa pierde su espíritu de capa y espada y se convierte en una burocracia feminizada y centrada en sí misma, ¿no se estancará?

En este momento tenemos un sistema nominalmente meritocrático en el que es ilegal que las mujeres pierdan

Arnold Kling "lee" a Helen Andrews: iguales en dignidad (valor) desiguales en honor (reputación): una cultura de la (igual) dignidad es incompatible con una cultura del victimismo

Considero que la feminización es responsable del surgimiento de lo que Jason Manning y Bradley Campbell llaman cultura del victimismo. En la academia y otras instituciones, la cultura del victimismo ha reemplazado a la cultura de la dignidad. La cultura de la dignidad, como la describen los sociólogos, se distingue de la cultura del honor. Le pedí a ChatGPT algo de historia de los conceptos sociológicos de la cultura del honor y la cultura de la dignidad. La forma en que lo diría es que en una cultura de honor, es mejor que todos me respeten, o de lo contrario les puede ir mal. En una cultura de dignidad, todos tienen derecho a ser tratados con respeto. En una cultura de honor, puede haber relaciones sociales sin igualdad ante la ley. Una persona poderosa puede prevalecer y no responder de sus fechorías porque es peligroso ser enemigo del poderoso. En una cultura de la dignidad, o una sociedad de contrato (en la terminología de Henry Maine), los poderosos y los desposeídos son iguales ante la ley...  Cuando las mujeres se convirtieron en la influencia dominante en los campus universitarios... no se adhirieron a la cultura de la dignidad. La reemplazaron con la cultura de victimismo. En una cultura de victimismo, ciertas clases de individuos tienen privilegios. Esta oferta de trabajo es para una mujer porque debería haber más mujeres en estos puestos. En una cultura de victimismo, las personas que dicen hablar en nombre de grupos marginados pueden ejercer la censura. La libertad de expresión no es una defensa para los comentarios que ofenden a alguien de un grupo marginado. Las chicas malas se reúnen en una turba digital para expulsar a la persona que las ofende.

Y en el "carro" de la cultura de la victimización no solo se han subido las mujeres sino también los islamistas y otros grupos políticos mucho más peligrosos para la libertad: el caso de Mamdani.

Vean el caso del candidato islamista a alcalde de Nueva York (me resisto a calificarlo de candidato musulmán, porque eso sería tanto como reconocer que la religión que profesa es irrelevante en su candidatura, como supongo, ocurre con los demás candidatos) que llora porque dice que su tía dejó de usar el metro tras los atentados del 11 de septiembre porque la gente la miraba mal por llevar la cabeza cubierta con un pañuelo. 

En otra ocasión, el candidato llora ante las cámaras quejándose de que lo único que pide es que los musulmanes tengan los mismos derechos que los no musulmanes El sueño de todo musulmán es simplemente ser tratado igual que cualquier otro neoyorquino. Y, sin embargo, durante demasiado tiempo se nos ha dicho que nos conformemos con menos que eso y que soportemos el odio y la intolerancia en las sombras. Nunca más. y Rob K. Henderson, con gran perspicacia, escribe sobre este niñato de clase alta 

 Su plan (el del candidato islamista) era centrarse en hacer asequible la vivienda para los neoyorkinos medios, pero como cualquier otro millennial con un nivel educativo superior al que le corresponde, no puede evitar hacerse la víctima. Por un momento, uno pensó que su campaña se centraba en las necesidades de los electores (temas económicos), pero no, como siempre, la campaña se centra en la identidad del candidato...  

...  lo realmente preocupante de este candidato es que es un ejemplo de creencias de lujo. "Creencias de lujo", un término que acuñé hace años, significa opiniones que confieren estatus a la clase alta a un costo mínimo o nulo para ellos, mientras infligen un costo grave a las clases bajas. Y las mismas personas que respaldan a Mamdani son las que más se parecen a él: ricos, sobreeducados y ansiosos por demostrar su virtud a expensas de otra persona. Como suele ser cierto para aquellos que abrazan las creencias de lujo, Mamdani pretende preocuparse más por la clase trabajadora. Dice que quiere autobuses gratuitos, tiendas de comestibles administradas por el gobierno y una congelación de los aumentos de alquiler. Pero sus políticas dañarían a las clases trabajadoras mucho más de lo que las ayudaría.

Sánchez acusa a la oposición de haber cometido centenares de homicidios

Hace un año, la negligencia de Mazón causó una auténtica tragedia.

El presidente del gobierno acusa a la oposición de 200 homicidios por negligencia. Pero los progresistas pusieron el grito en el cielo cuando la oposición acusó al presidente del gobierno de ser responsable de que España tuviera, relativamente, más muertos que ningún otro país como consecuencia del Covid. El presidente del gobierno ha acusado a la presidenta de la comunidad de Madrid de homicidio negligente (¿o doloso?) de más de 7000 personas durante la pandemia. ¡Fíjense ustedes qué desgracia sería que echáramos a Sánchez del gobierno!

En breve. 

Supongo que se llevaron al okupa detenido por allanamiento de morada. Porque eso no es usurpación. Eso es allanamiento de morada (prisión de seis meses a dos años). Este magistrado se ha dado un golpe, no hay otra explicación. Cochrane sobre la corrupción que generan las autorizaciones administrativas de operaciones de compraventa de empresas. Tremenda la historia de Zaida Catalan. China no va como una moto; excelente Cayuela sobre el daño que inflige la falta de fiabilidad de los trenes de cercanías. Y una entrada del Almacén sobre la impuntualidad.

Tonterías en la sección de opinión de la prensa socialdemócrata

Jahel QueraltLas cuotas de los autónomos no son un problema técnico, sino político y moral: ¿quién paga la red de los que trabajan sin red? Escribo sobre tres modelos: redistributivo, contributivo y liberal, que combinan: seguridad, sostenibilidad y libertad. Dice Copilot: La afirmación es errónea porque ignora que las cuotas de los autónomos son ante todo un problema técnico, ya que su diseño exige cálculos actuariales, análisis de sostenibilidad y evaluación de incentivos económicos. Presentarlas como una cuestión moral o política desdibuja su función: financiar el acceso a prestaciones mediante cotización. Además, la idea de que algunos “trabajan sin red” es confusa, porque si no cotizan, no tienen derecho a prestaciones específicas, y si lo hacen, forman parte de la red. Por último, la contraposición entre modelos redistributivo, contributivo y liberal no implica un dilema moral, sino una elección de política pública que combina elementos de cada uno según objetivos sociales y principios jurídicos.  
María Eugenia Rodríguez Palop escribe sobre la base de inventarse una ofensiva reaccionaria global que buscaría reinstaurar un orden social decimonónico. Sin embargo, el único dato concreto que se aporta —la intención de informar a las mujeres sobre un supuesto síndrome postaborto cuya existencia científica es altamente cuestionada— no basta para sostener la tesis de una estrategia articulada y sistemática. A partir de ese punto, proyecta una narrativa conspirativa que atribuye a las derechas una voluntad homogénea de restaurar jerarquías de género, raza y clase, sin distinguir entre posiciones ideológicas diversas ni aportar pruebas empíricas de coordinación política real. El resultado es una caricatura que convierte el análisis político en una fábula ideológica, donde todo encaja porque todo ha sido previamente interpretado como parte de un plan reaccionario totalizante. 
Iñako Díaz-Guerra es un populista pero no lo sabe porque es escritor en lugar de periodista: El vapuleo a Madrid se basa en un error: convertir la parte que son sus élites, plagadas de horteras de bolera y advenedizos, en el todo que es su alma absolutamente inasible. Ese Madrid de Sabina aún existe, aunque se difumina en una ciudad cuyo principal rasgo de personalidad es que no tiene ninguna. O, mejor dicho, las tiene todas. Juntas y no revueltas. Hay un Madrid para cada persona y por eso, diga lo que diga Isabel Díaz Ayuso, nos seguimos encontrando constantemente con nuestros ex, porque todos hemos cogido nuestros trocitos y convertido la metrópoli en un pueblo. Nuestro pueblo.

 Los pobres no son distintos psicológicamente de los ricos (v., esta entrada sobre La Psicología de la Escasez)

un estudio publicado en Nature refuta un montón de artículos woke de profesores de Psicología sobre la diferente "psicología" de ricos y pobres


John Müller - ABC: el asalto a ENUSA: ¿nulidad del nombramiento?

En medio siglo de existencia, Enusa había tenido solo dos presidentes: su fundador, José Manuel Jiménez Arana, que enfrentó los difíciles años del arranque nuclear español, y José Luis González, un ingeniero nombrado por José María Aznar que pilotó durante dos décadas la internacionalización y diversificación de la empresa. Era una gestión técnica, sobria, sin ruido. Hasta que llegó Pedro Sánchez. Desde 2018, Enusa, la compañía pública responsable del suministro de uranio para las centrales nucleares, ha sido objeto de una colonización política sin precedentes. El relevo del ingeniero González por José Vicente Berlanga, un licenciado en Filosofía sin experiencia industrial pero con tres décadas de militancia socialista y fiel correveidile del ministro Ábalos, marcó un punto de inflexión. Su nómina superó los 190.000 euros brutos anuales, en una empresa dependiente de la SEPI y el Ministerio de Hacienda. Pero no fue un caso aislado. Cuando cayó Ábalos, a Berlanga le sucedió Mariano Moreno, exgerente del PSOE, hoy bajo investigación judicial por los presuntos pagos en efectivo realizados a Koldo García y el propio Ábalos. A esto se suma la contratación como responsable de comunicación de Leire Díaz, figura clave en la fontanería del partido. Un reparto de cargos que convierte a Enusa en lo que nunca debió ser: un refugio para cuadros partidistas.»

 La vejez, Leonardo Padura

Cuando se suicidó, Hemingway sabía que su capacidad intelectual había menguado tanto que le costaba no solo escribir, sino recordar. Cuando Philip Roth, a sus 79, declaró que dejaba de escribir pues ya había dicho todo lo que tenía que decir, era porque aceptaba su vejez literaria. Pero —sin llegar al extremo hemingwayano— pienso que resulta necesario, aunque sea doloroso, tener la disposición de mirarnos en el espejo de nuestras limitaciones. Por no hacerlo se puede pretender seguir corriendo la maratón de la literatura cuando ya no se tiene fuelle. Porque saber cuándo detenerse no es cuestión menor: un escritor, en especial el novelista, es un almacén de memorias, un cofre que debe estar abierto y ventilado cada día que se sienta a trabajar. Y aunque no con las mismas manifestaciones que el cuerpo físico, la mente también envejece y, taimada como es, intentará engañarnos.

Así es si así os parece, pero podría ser exactamente lo contrario. Es lo que tiene ser escritora y no escribir ficción (Olivia Muñoz-Rojas)

 Además de las diferencias tecnológicas, tal vez la mayor diferencia entre aquellas primeras obras distópicas y nuestros temores actuales resida en la fe que entonces se depositaba en las capacidades ilimitadas del Estado secular y en la ambición de construir una sociedad ordenada según principios ideológicos claros. Hoy, esa fe se ha disuelto en gran medida: no hay indicios de una imaginación política capaz de concebir un orden colectivo potencialmente universal. Las distopías contemporáneas no evocan un Leviatán omnipotente. La pesadilla no es un Estado mundial absoluto, sino un retorno a formas de dominación premodernas: una suerte de feudalismo global en el que cada individuo está sujeto a múltiples señores dispersos, a menudo invisibles, que gobiernan fragmentos de su vida y en el que, al igual que bajo el Antiguo Régimen, la Tradición y las religiones operan como fuentes de autoridad. La distopía reaccionaria, con distintas dosis de tecnopoder y teocracia, constituye hoy el metarrelato más turbador. No por su carácter exagerado, sino por su semejanza con aspectos de nuestra realidad.

¿De verdad que el caso de China y el creciente control cibernético de su población por el gobierno no es la imagen más amenazante de un posible futuro distópico?

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