martes, 18 de abril de 2023

El atraso científico de España no lo provocó la (ausencia de) Reforma protestante, sino (el éxito de) la Contrarreforma



Una conclusión simple de la lectura de este trabajo es que la Ciencia necesita, quizá, sólo o al menos sobre todo, de libertad.

“La idea de que la Contrarreforma agravó el atraso científico es controvertida por buenas razones: la supuesta crueldad de la Inquisición propagada por la "Leyenda Negra" es, en su mayor parte, una exageración; y la historiografía reciente demuestra que los dirigentes católicos, el Papado y los jesuitas eran a menudo más partidarios de la ciencia que sus homólogos protestantes”.

Sin embargo, la acusación es correcta: la Contrarreforma promovió el retraso científico de la Europa católica y sus efectos perjudiciales para el desarrollo científico y, por tanto, tecnológico y económico fueron de largo plazo. Lo más interesante es que el trabajo demuestra que Mokyr tenía razón y que, contra lo que han dicho algunos recientemente – Henrich – la reforma protestante también fue perjudicial para el desarrollo científico de Europa. Solo que – concluye el autor – las Iglesias y Estados protestantes fueron menos eficaces en la lucha contra la Ciencia y la Tecnología que los católicos. Singularmente, los Austrias españoles apoyados en los jesuitas, el Papado y, sobre todo, la Inquisición. Puede que la Inquisición no quemara a muchos herejes, pero impidió que la revolución científica que tuvo lugar en el siglo XVII en Europa echara raíces en España. Y sus efectos duraron hasta, casi, el siglo XX.

La Contrarreforma trató de hacer más atractivo el Catolicismo – para contener la extensión del Protestantismo – pero a la vez fue muy eficaz en la lucha contra “la herejía protestante” y en aislar los países católicos de nuevas ideas que pudieran ser peligrosas. La eficacia de la España imperial, el Papado y los Jesuitas – a través de la Inquisición, pero no solo – en controlar las nuevas ideas condujo al atraso: “limitaron el aprendizaje o la enseñanza en universidades extranjeras e impusieron una estricta conformidad con un dogma filosófico recién definido, todo ello de forma concertada y con el apoyo de poderosos sistemas inquisitoriales”

¿Cómo podemos medir esos efectos? El autor lo hace examinando el número de científicos famosos en ciudades y territorios católicos y comparándolos con los de los territorios protestantes antes y después de la Reforma y Contrarreforma. Los resultados:

“El choque en sí, desde alrededor de 1550 hasta alrededor de 1700, parece enorme: si se mide por el número de científicos famosos en relación con la población, lugares como Italia, España o Bélgica experimentaron durante la Contrarreforma un retroceso a los niveles observados cien o doscientos años antes; el declive no fue sólo relativo sino absoluto, cayendo a niveles no vistos desde hacía siglos... el declive fue más pronunciado en las ciudades … donde se encontraban los tribunales inquisitoriales.

También la calidad media se vio afectada: el declive fue mayor entre los científicos de mayor calidad (medida por su fama actual) y Europa en su conjunto experimentó un notable estancamiento de científicos per cápita derivado principalmente (aunque no exclusivamente) del declive en el bando católico... Las ciudades católicas empezaron a tener un rendimiento inferior precisamente cuando se implantó la Contrarreforma tras contingencias como la sucesión dinástica o las victorias militares... Por el contrario… cuando retrocedió la actividad inquisitorial- el número de científicos se recuperó”

Pero, ¿por qué disminuyó la ciencia especialmente entre los católicos, si los protestantes eran igualmente represores de la Ciencia? Porque los inquisidores católicos estaban centralizados, mejor organizados y fueron más eficaces que sus homólogos protestantes. De hecho, la comparación con las ciudades calvinistas – donde la represión de la libertad de investigación fue extrema – lo demuestra:

“… las ciudades plenamente convertidas al calvinismo (es decir, las ciudades bajo control social efectivo) también obtuvieron malos resultados, de modo que “una intensificación del protestantismo, en el tiempo o en el espacio, no se asocia con más desarrollo científico, sino con mayor decadencia” (lo que) invita a pensar que la gran diferencia bien puede residir en (que) los católicos se beneficiaron de estructuras preestablecidas (la Inquisición española es un ejemplo), de un clero cada vez más influyente (lo contrario de lo que les ocurrió a los protestantes) y, sobre todo, de un mayor grado de coordinación, derivado, por un lado, de una Iglesia romana unida y, por otro, del poderío militar, político y financiero de la España imperial. Los protestantes, por el contrario, con sus iglesias y Estados débiles, tenían pocas posibilidades de bloquear la proliferación de lo que consideraban herético. A menudo lo intentaron, pero fracasaron sistemáticamente

Entre las ciudades católicas, el declive científico fue más pronunciado en las ciudades con universidades, que se consideraban puntos peligrosos para la propagación del protestantismo, pero que al mismo tiempo eran logísticamente fáciles de controlar. Incluso las nuevas universidades católicas (las fundadas en el siglo XVII) se asocian negativamente con la ciencia, en marcado contraste con la correlación positiva con los científicos que tienen las universidades en toda la Europa no católica. En general, encontramos una asociación negativa altamente significativa de la ciencia con los indicadores de control logístico -el Imperio español, los tribunales inquisitoriales y la presencia o fundación de una universidad-, todo ello sujeto a la condición de ser católico, lo que apunta a la importancia de las capacidades logísticas para imponer el control intelectual.

Las ciudades católicas cercanas a la "frontera de la herejía" contaban con un número especialmente bajo de científicos si se encontraban en Italia o en territorio imperial español; el resto de la frontera católica muestra una discontinuidad mucho menos pronunciada. Esto sugiere que las ciudades con un riesgo similar de infección protestante se vieron más afectadas por los efectos negativos de la Contrarreforma -aislamiento científico y rigidez filosófica- si éstos se aplicaban de forma efectiva gracias a la coordinación centralizada de los sistemas inquisitoriales y el Imperio español”.


Interesante – no lo sabía – la ‘geografía’ de la Reforma Protestante en Europa se explica por el control territorial de los Austria:

En Alemania, por ejemplo, la adopción del protestantismo… se ajusta a una interpretación de logística militar: la adopción se produce primero lejos del territorio de los Habsburgo (las represalias militares son menos probables allí); y las ciudades cercanas al territorio de los Habsburgo prefirieron seguir siendo católicas hasta que los estados protestantes vecinos pudieran ofrecer protección militar… Lo que ocurrió en Alemania, ocurrió en toda Europa: el sur y gran parte de Europa central, fácilmente accesibles al poderoso ejército español, permanecieron bajo el firme control de los Habsburgo y de los católicos (se produjeron revueltas en Italia, Iberia y Bohemia, pero fueron reprimidas), mientras que el norte de Europa, al estar fuera del alcance militar de España, pudo oponerse eficazmente a los planes hegemónicos de los Habsburgo, creando un entorno en el que pudo desarrollarse el protestantismo.

Y la presión otomana hizo el resto: los Habsburgo alemanes tuvieron que alcanzar compromisos con los príncipes alemanes para que éstos les apoyaran en su lucha contra el turco que, como es sabido, bajo Solimán el magnífico pudo imponer sus condiciones al Emperador.

Lo peor es la persistencia del atraso

“Aunque eso fue entre 1550 y 1700, la relativa desventaja científica que afectaba a los católicos resultó persistente y perduró hasta bien entrado el siglo XIX, mucho después de que la lucha confesional hubiera terminado”.


La razón: en el siglo XIX, las mismas fuerzas que triunfaron en el siglo XVII, volvieron renovadas a oponerse a los cambios. Recuérdese, en el caso de España, Fernando VII y el fracaso de las reformas liberales hasta el último cuarto del siglo XIX. Y esa “reacción” se prolongó hasta el siglo XX como consecuencia de la Revolución rusa.

“… el factor crucial… fue la reactivación de los legados de la Contrarreforma (incluidas las leyes de censura y la política legitimada por la religión) durante episodios de conservadurismo reactivo. Por ejemplo, cuando surgieron regímenes conservadores en toda Europa como reacción a la Revolución Francesa (1789), es entre los católicos, y especialmente entre las ciudades con un fuerte pasado de Contrarreforma, donde encontramos efectos perjudiciales para la ciencia. España, en particular, reactivó su Inquisición, y la ciencia se desplomó más que en otras partes y especialmente en las ciudades que albergaban tribunales inquisitoriales. Del mismo modo, cuando Europa Occidental reaccionó con conservadurismo al "miedo rojo" desencadenado por la Revolución Bolchevique (1917), el crecimiento científico disminuyó allí donde la Contrarreforma había sido más fuerte. El artículo muestra que, incluso hasta un pasado reciente, el conservadurismo y las dictaduras han sido más perjudiciales para la ciencia si las ciudades y los países habían estado sometidos a una fuerte Contrarreforma”

Cabello, Matias, The Counter-Reformation, Science, and Long-Term Growth: A Black Legend? 2023

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