viernes, 21 de abril de 2023

Por qué la Revolución Industrial no se inició en Holanda según Mokyr

Lucky Sibiya

¿Por qué, a pesar de ser la Economía más urbanizada y mercantilizada de Europa en el siglo XVII, Holanda llegó tarde a la Revolución Industrial?.

No fue que en Inglaterra se produjeran unos “años milagrosos” entre 1765 y 1790 en lo que al crecimiento económico se refiere sino que, en Inglaterra, el proceso que se aceleró en esos años no se detuvo, como había ocurrido siempre históricamente en unas pocas décadas. En efecto, la tesis de Mokyr – general para explicar el crecimiento económico ‘moderno’ – aplicada al caso holandés es que “cada vez que se producía crecimiento económico con el origen y la forma que fuera”, el propio crecimiento generaba en el entorno fuerzas que acababan con él o que lo ralentizaban. Así, en la Antigüedad, los modelos maltusianos pueden explicar esta parálisis: el aumento de la renta produce un aumento de la población y la sociedad vuelve a niveles de subsistencia. Pero incluso en las fases de “crecimiento económico debido a la expansión del comercio” – el crecimiento smithiano – no tardaban en aparecer buscadores de rentas que paralizaban el crecimiento:

“buscadores de rentas, recaudadores de impuestos, proteccionistas mercantilistas, monopolios patrocinados por el Estado y, a veces, puros saqueos y pillajes. Estos parásitos a menudo mataron a las gallinas que ponían los huevos de oro.

De particular interés es cómo los innovadores que consiguen una posición monopolística (porque, claro, eres el único que ofrece la innovación) dedicaban sus rentas a impedir la entrada de competidores. En la Edad Moderna, eso se articulaba a través de los gremios. Inglaterra fue el país que acabó antes con los gremios de toda Europa. Mucho antes que Alemania, por ejemplo, donde sobrevivieron hasta, casi, el siglo XIX.

El éxito de una nueva técnica, por ejemplo en la imprenta o la construcción naval, dará lugar a una inversión considerable en capital humano específico. Una vez afianzados, estos intereses se resistirán racionalmente a otras innovaciones que reduzcan el valor de su inversión. En el siglo XVII, el sistema gremial premoderno se había convertido en un instrumento de este conservadurismo.

Es la ausencia de fuerzas “reaccionarias” capaces de parar el crecimiento económico y sustituir los juegos de suma positiva por juegos de suma cero (captura de rentas) o negativa (guerra, confiscación, saqueos…) lo que permitió a Inglaterra que el crecimiento económico no parase.

La Revolución Industrial cambió el sistema económico de uno dominado por mecanismos de retroalimentación negativa a otro de retroalimentación predominantemente positiva, en el que el crecimiento engendraba más crecimiento. En otras palabras, mientras que antes de la Revolución Industrial "nada fracasaba como el éxito", a mediados del siglo XIX el crecimiento "se alimentaba de sí mismo". Cobró velocidad e impulso en los años transcurridos entre Waterloo y la Exposición de Cristal, y hacia 1860 se iniciaba una nueva etapa que desembocó en los avances tecnológicos de la 2ª Revolución Industrial y en el consumo de masas y el aumento de los ingresos que la primera no pudo conseguir.

Véase esta magnífica explicación de Brad deLong sobre el cambio en las pautas del crecimiento económico y la validez de las tesis malthusianas.

En todo caso, Holanda era la primera “economía moderna” pero “no se convirtió en la primera nación industrial”. Mokyr expone las posibles explicaciones

La más obvia es simplemente la contingencia, es decir, la mala suerte: a partir de 1780, los Países Bajos estuvieron casi continuamente en guerra, sobre todo con Inglaterra, sometidos a la agitación y la inestabilidad políticas, y desde 1795 estuvieron dominados de una u otra forma por Francia… En cierto sentido, los desastrosos acontecimientos ocurridos entre 1780 y 1815 podrían considerarse en sí mismos un ejemplo de la clásica retroalimentación institucional negativa. Uno de los primeros decretos que ordenaron los victoriosos franceses fue una indemnización de 100 millones de florines (posteriormente aumentada a un total de 230 millones). Los holandeses también tuvieron que mantener un ejército francés de 25.000 hombres... La vulnerable economía marítima de los Países Bajos sufrió un grave revés durante la guerra, y la economía de las provincias occidentales padeció simultáneamente la inflación y el desempleo. Un fuerte descenso de la demanda de capital reflejó estas conmociones, y gran parte de la oferta de capital neerlandés huyó a ultramar o fue atesorada. En 1814, la economía holandesa emergió aturdida y mermada en una nueva era. Tras asentarse el polvo de la guerra y la revolución, quedó expuesta a la dura competencia de la manufactura británica y al proteccionismo del continente, acoplada como un siamés a las provincias belgas, cuya estructura e intereses económicos eran muy diferentes de los de los Países Bajos del Norte.

Tras la derrota de Napoleón, Holanda pudo reorganizarse institucionalmente:

hizo desaparecer su sistema de gremios (aunque no sin resistencia), unificó su sistema de transporte interno y, sobre todo, creó algo que se parecía a un gobierno centralizado moderno. Si Gran Bretaña pudo evitar estas costosas inversiones institucionales fue porque disponía del mecanismo político necesario para llevar a cabo el cambio sin violencia y porque, como isla, consiguió mantener alejados a los ejércitos franceses.

Pero también hubo modificaciones sociales. Según Margaret Jacob – dice Mokyr -

la élite comercial holandesa simplemente perdió el interés por las "artes mecánicas". En su opinión, los holandeses se quedaron entre dos aguas: en Gran Bretaña, la empresa privada, es decir, las élites comerciales y rurales, estaban tan interesadas y versadas en temas técnicos que el sector privado generó por sí solo los avances tecnológicos y, lo que es más importante, adaptó y mejoró estos avances a través de un flujo continuo de pequeñas y anónimas "microinvenciones" que, acumulativamente, supusieron los aumentos de productividad. En Francia, donde el sector privado era más débil, el Estado desempeñó un papel activo, aunque a veces equivocado, en el fomento de las "artes útiles". En los Países Bajos, en opinión de Jacob, ni el sector privado ni el gobierno, débil y vacilante, estuvieron nunca en condiciones de desempeñar esta función, por lo que apenas se modificó la estructura del conjunto en las décadas anteriores a la conquista francesa. La reliquia del Siglo de Oro que se interponía en el camino del progreso era, sobre todo, cultural.

En cuanto a la Ciencia,

en los grandes avances de la química y la física de finales del siglo XVIII y principios del XIX, los nombres neerlandeses desempeñaran un papel menos importante de lo que cabría esperar en virtud del número de personas alfabetizadas y urbanas del país. Además, en vísperas de la Revolución Francesa, los Países Bajos eran una sociedad altamente alfabetizada y bien educada en comparación con la mayoría de los demás países. Al igual que Alemania y los países escandinavos, era "una sofisticación atrasada", un país en el que una gran proporción de la población iba a la escuela y sabía leer, pero de alguna manera esto no se tradujo en un liderazgo tecnológico temprano, ni siquiera en un seguimiento temprano en la industrialización del continente. En cambio, Bélgica, donde las tasas de analfabetismo eran considerablemente más altas, tomó la delantera en el continente, al igual que otras zonas católicas como Alsacia y la Renania alemana.

¿A qué se dedicaron los holandeses más capacitados entre 1790 y 1820?

las mejores mentes de la nación en la reforma política y desviaron su atención hacia asuntos muy distintos del vapor y el algodón. Para agravar las dificultades, el centro de la acción tecnológica se había desplazado decisivamente al otro lado del Mar del Norte, y las repetidas guerras con Gran Bretaña dificultaron el flujo de tecnología. Lo sorprendente, en retrospectiva, no es que los Países Bajos no pasaran por esta transición, sino que Gran Bretaña lo hiciera. Los Países Bajos no fueron la excepción, Gran Bretaña sí.

Pero Mokyr no cree en la excepcionalidad británica. La Revolución Industrial se habría producido en el Continente, solo que más tarde.

Me parece que la respuesta a esa pregunta debe ser afirmativa, pero habría tenido un aspecto algo diferente y se habría producido más tarde y probablemente más despacio... En conjunto, pues, la trayectoria real de la economía holandesa estuvo determinada por la herencia de la Edad de Oro y las dificultades políticas de los años críticos entre 1780 y 1815. Pero al final todos estos obstáculos, aunque ralentizaron el progreso, se superaron gracias a que los Países Bajos siguieron siendo parte integrante del mundo occidental. Se vio impulsada hacia adelante por el poderoso empuje tecnológico del mundo occidental en la era del ferrocarril y el acero.

De manera que la pregunta verdaderamente difícil de contestar es

por qué algunas economías como España, Irlanda, Portugal y gran parte de Europa Central no pudieron subirse a esta ola.

Joel Mokyr, The Industrial Revolution and the Netherlands: Why did it not happen? 1999

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