jueves, 27 de abril de 2023

El Papa y el Gran Kan


 

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El 22 de julio de 1246... hizo su aparición en la corte mongola el primer legado procedente de la Europa occidental. Fray Giovanni de Plano Carpini, un clérigo de sesenta y cinco años que había sido discípulo de san francisco de Asís, llegó como agente y espía del papa Inocencio IV, con el encargo de enterarse de todo lo que pudiera acerca de aquel extraño pueblo que había supuesto una amenaza tan grave para Europa. Tras partir de la ciudad francesa de Lyon el día de Pascua de 1245, Carpini tardó casi un año en recorrer Europa, cruzar las líneas de los mongoles y llegar al campamento de Batú en Rusia. Pero una vez entró en el sistema de transporte mongol, el embajador cubrió casi cinco mil kilómetros en apenas ciento seis días, lo que supuso una media de más de cuarenta kilómetros diarios a caballo durante casi tres meses y medio.  
Debido al éxito de sus campañas militares en Europa, los mongoles recibieron calurosamente a Carpini, en la falsa creencia de que traía el sometimiento del Papa y de todos los habitantes de la Europa occidental, Pero el mensaje de su carta era totalmente distinto. El Papa Inocencio IV ofrecía al kan un resumen bastante pedante de la vida de Jesús y los principios básicos del cristianismo, rasgos que probablemente conociera ya el soberano mongol a través de su madre, de religión cristiana, y de la frecuente asistencia a los servicios religiosos en su compañía. Es posible que propio Guyuk fuera cristiano; si no lo era, estaba desde luego bien dispuesto hacia el cristianismo y se apoyaba en gran medida en mongoles cristianos para la administración de su imperio. La Carta del Papa reprochaba a los mongoles haber invadido Europa, ordenaba al kan «cesar por completo en este tipo de ataques especialmente en la persecución de los cristianos»" Le exigía una explicación 'para hacernos saber claramente... qué os movió a destruir otras naciones y cuales son sus intenciones en el futuro'. La misiva informaba al kan de que el Señor había delegado todo el poder terrenal en el Papa de Roma, que era la única persona autorizada por Dios para hablar en su nombre.  
Cuando los funcionarios mongoles se enteraron de que Carpini no traía tributo alguno y que no venia a ofrecer un sometimiento sin condiciones, la mayoría de ellos dejó de interesarse por su persona, pero en una carta de noviembre de 1246 que todavía se conserva, el gran kan Guyuk planteaba a Inocencio IV una serie de preguntas por lo demás obvias: "¿Cómo sabes a quién absuelve Dios y a quién muestra clemencia? ¿Cómo sabes que Dios refrenda las palabras que tú pronuncias?». Guyuk señalaba que Dios había dado a los mongoles, no al Papa, el control del mundo desde donde sale el sol hasta donde se pone. Dios pretendía que los mongoles difundieran sus mandamientos y sus leyes a través del gran código de Gengis Kan. Aconsejaba luego al pontífice visitar Karakórum en compañía de todos sus príncipes para rendir homenaje al kan de los mongoles
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 Jack Weatherford, Gengis Kan y la creación del mundo moderno, trad. esp. 2022, pp 245-246

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